Todos sabemos que en el espacio el tiempo es relativo. Da lo mismo un millón de siglos que un segundo. Pues bien, en un momento de esos, dios, aburrido de la oscuridad que le rodeaba, por si acaso dijo: “Que la luz se haga”, ¡y la luz se hizo!
Entonces, dios descubrió que tenía poder, y como niño con juguete nuevo empezó a crear satélites, planetas, asteroides, sistemas planetarios, nebulosas, big bangs, meteoritos y galaxias. Al sexto día, dios vio que su Creación era buena.
Como para entonces a él ya le estaba molestando la vida nómada que llevaba, escogió lo mejor que había creado, o sea la Tierra, para que sea su morada. Como toda persona educada y hacendosa, la ordenó de acuerdo a los últimos chillidos de la moda. Creó ríos, aves, animales, brisas, nubes, plantas y manantiales… Al séptimo día, dios vio que su Creación era muy buena.
Una tarde, él estaba paseando por un vallecito –donde en la actualidad queda Cochabamba– sintiendo cómo el aire le humedecía los pensamientos y el canto de las aves le alegraba el espíritu. Al doblar una esquina se encontró conmigo.
¡Vaya!, pensó, a este salvaje, ¿en qué instante lo he creado?
Entonces dios se vio a sí mismo y descubrió que él estaba hecho a mi imagen y semejanza. Y fue que en ese instante sintió miedo, porque así como él podía crear de la Nada cosas, temió que yo lo hubiese creado a él. Y en esos momentos sufrió un trauma psicológico porque comprendió que su creación era un fracaso, puesto que su poder no era tan ilimitado como parecía.
Y dios quiso vengarse de mí. Pero, como dudaba de la efectividad de su poder –dios es dios, además es una persona mucho más vieja que yo y por lo tanto tiene más experiencia– , ideó la mejor manera de cobrarse el hecho de que yo le haya destrozado sus esquemas. Dios creó a la mujer, para que se ella la que, manejando mis sentimientos, me derrote las veces que le dé la gana.
(VISCARRA, Victor Hugo, Chaqui Fulero. Los Cuadernos Perdidos De Víctor Hugo Viscarra, La Paz, Bolivia: Correveidile™, 2007.)